IML9 de agosto de 2020

Las várices son venas inflamadas que se hacen visibles en la piel, especialmente de tus miembros inferiores. Además de ser estéticamente desagradables- y de resultar más comunes en las mujeres- provocan dolor, picazón, calambres, sensación de pesadez e incluso complicaciones en otras partes del cuerpo.

Contenido:

  • ¿Cómo saber si tengo várices?
  • ¿Qué factores provocan su aparición?
  • ¿De qué manera puedo eliminarlas?

¿Cómo saber si tengo várices?

Normalmente, el color de las venas saludables no resalta a través de tus piernas, a menos que tengas un tono de piel muy claro. Las várices, en cambio, pueden dibujarse como arañas rojas o violeta (telangiectasias) o trazar un trayecto de color verde o azulado (reticulares). A pesar de mostrarse inicialmente planas y del grosor de un alfiler, llegan a abultarse de manera tortuosa (troncales), sobre todo si afectan a grandes vasos profundos como la vena safena del muslo y de la pierna.


A nivel clínico las telangiectasias no se sienten, no obstante, las várices reticulares pueden provocarte hormigueo, pesadez y dolor al estar mucho tiempo de pie o sentada. Las várices más avanzadas punzan con intensidad y oscurecen las extremidades, ya que su presencia compromete el flujo de oxígeno y nutrientes a la piel, de ahí que predispongan a la aparición de heridas abiertas (úlceras).

¿Qué factores provocan su aparición?

No existe un solo origen para las várices, ya que se asocian a condiciones que incrementan la presión intrabaabdominal o que debilitan la estructura de los vasos sanguíneos. Esto hace que las paredes venosas pierdan fuerza y que las válvulas que normalmente evitan el estancamiento de sangre dejen de cerrarse por completo. 

¿De qué manera puedo eliminarlas?

Entre los tratamientos para várices reticulares, de tipo ambulatorio y mínimamente invasivos, destaca la escleroterapia con VENOFOAM®, una inyección a base de espuma que, y pequeñas ráfagas energéticas sobre la piel, que entran en contacto con la várice afectada, provocando que desaparezca. Para el caso de várices abultadas se indica un abordaje con láser endovenoso (Endoláser). Este procedimiento, realizado mediante anestesia local, consiste en la introducción de una fibra óptica (hasta la luz de la vena afectada) que emite un disparo de calor con efecto terapéutico, ya que daña el vaso afectado y provoca su cierre. Tiene la ventaja de ocupar una incisión milimétrica y de dejar un resto que se elimina paulatinamente.


Las dos alternativas señaladas, ampliamente practicadas en el Instituto Médico Langle, no necesitan suturas ni dejan marcas visibles. Además, al no requerir de anestesia general o de bloqueo regional de la sensibilidad, posibilitan una recuperación inmediata. 

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