1 de diciembre de 2019

El embarazo es una condición fisiológica en la que ocurren diversos cambios en la anatomía y el balance hormonal de una mujer. El incremento de peso, que dificulta el ejercicio físico y promueve la retención de líquidos en las extremidades inferiores, junto con el aumento de los estrógenos y de la progesterona, hacen que el riesgo de padecer várices durante esta etapa tan vital se incremente exponencialmente. Se calcula que el 75% de las mujeres embarazadas experimentan alguna inflamación de las venas, aunque no todas llegan a desarrollar signos visibles o síntomas de la enfermedad. 


Contenido:

  • Cambios anatómicos
  • ¿Qué son las várices?
  • ¿Por qué ocurre una dilatación de las venas durante el embarazo?
  • Influencia hormonal
  • Síntomas comunes y medidas preventivas
  • Tratamiento para várices durante el embarazo

Cambios anatómicos

 ¿Qué son las várices? 

Las várices son producto de la insuficiencia venosa crónica, es decir, de la incapacidad de los vasos sanguíneos para bombear la sangre de regreso al corazón. Esto puede promover la dilatación de las venas hasta hacerlas visibles por la sangre acumulada de manera anormal, sobre todo durante la gestación. Entre las causas que provocan la formación de venas varicosas, el embarazo se encuentra como una de las tres principales causas. Pueden llegar a presentarse en las piernas, en la región anal o en la región vulvar. 


¿Por qué ocurre una dilatación de las venas durante el embarazo? 

En este periodo el útero aumenta de tamaño y existe una pérdida de la curvatura normal de la columna: condición que provoca un mayor flujo sanguíneo hacia las extremidades inferiores y una elevación de la presión sobre los órganos internos del cuerpo, así como también una circulación más lenta. 

Con el embarazo ocurren cambios físicos en la mujer, como el aumento de peso y cambios en la estructura física. Lo que puede ocasionar que la mujer embarazada realice una nula o poca actividad física a causa de la pesadez de las piernas y el cansancio. Esto no favorece el fortalecimiento muscular de las piernas y se retiene una suma exagerada de líquido plasmático en ellas. 

Influencia hormonal

Durante el embarazo, además de los cambios físicos y anatómicos, las mujeres también sufren de cambios hormonales. Por lo que ocurre entonces un aumento de ciertas hormonas, entre estas las que se ven implicadas en la posible aparición de várices son la progesterona y los estrógenos. 


Tanto la progesterona como los estrógenos aumentan durante diversos momentos del embarazo. Este fenómeno promueve cambios fisiológicos en los vasos sanguíneos que predisponen a la enfermedad varicosa. La progesterona actúa como un vasodilatador de las paredes de las venas, mientras que los estrógenos producen un incremento del flujo sanguíneo a las extremidades inferiores. De modo conjunto estas condiciones hacen que un padecimiento ya existente empeore o que una mujer sin este problema lo presente de manera paulatina o súbita. 

Síntomas comunes y medidas preventivas

Toda mujer embarazada que sufre un empeoramiento en su problema de várices puede experimentar dolor, sensación de pesadez y calambres en los pies y las piernas. Para evitar que las pequeñas telangiectasias o “arañas vasculares” evolucionen a vasos sanguíneos abultados y tortuosos, es importante mantener algún tipo de actividad física como la natación o la caminata ligera. 


Aunado a lo anterior, debe evitarse una ganancia exagerada de peso y regular el consumo de sal durante la gestación. También se recomienda mantener las piernas levemente elevadas al dormir y evitar ropa demasiado ajustada. 

Es favorable que comience a realizar estas medidas desde que llegase a presentar los primeros síntomas o sensaciones (además de los mencionados anteriormente) como picazón, dolor o hinchazón. Casos más graves en los cuales ya es visible la presencia de las venas varicosas o han llegado a formarse úlceras en las venas inflamadas de las piernas, es importante consultar y revisar el problema con un médico flebólogo.  


Tratamiento para várices durante el embarazo

Las várices que aparecen durante el embarazo generalmente tienden a desaparecer luego del alumbramiento incluso sin la ayuda de tratamientos o de intervenciones quirúrgicas. Sin embargo, existen casos en los cuales la enfermedad no remite y resulta necesario establecer un abordaje correctivo a través de un especialista.  


En el embarazo no se recomienda realizar una cirugía mayor para la corrección de este problema, salvo en el caso de que exista un fuerte riesgo de formación de coágulos (trombosis). Lo más adecuado para tratar las várices durante este periodo es la implementación de un procedimiento no invasivo, ambulatorio e indoloro que permita eliminar los síntomas y las molestias estéticas al poco tiempo de dar a luz. 

 

En el Instituto Médico Langle contamos con el mejor equipo para el diagnóstico y tratamiento de várices durante este periodo tan importante en la vida de una mujer. Si padeces o padeciste várices durante la gestación acércate a nosotros para recomendarte un plan terapéutico, será un placer acompañarte en tu recuperación. 

COMPARTIRNOS EN

CONTÁCTANOS

¿Cómo te podemos ayudar?

Contenido relacionado

Por Redacción IML 18 de febrero de 2025
Las várices no son solo un problema estético. Aunque muchas personas las asocian con la apariencia de las piernas, la realidad es que pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de quienes las padecen. Desde molestias físicas hasta limitaciones emocionales y sociales, las várices pueden afectar tu bienestar de múltiples maneras. 
Por Redacción IML 16 de febrero de 2025
Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son un tema delicado pero importante. Pueden afectar tanto la salud física como emocional, y aunque muchos piensan en ginecólogos o urólogos para atenderlas, los proctólogos también juegan un rol crucial, especialmente cuando las ITS afectan el área anal o rectal.
Por Redacción IML 11 de febrero de 2025
Las várices son una afección más común de lo que muchos piensan, y no discriminan por edad o género. Aunque suelen asociarse con mujeres mayores, la realidad es que cualquier persona puede desarrollarlas , incluso en la adolescencia o la juventud.
Mostrar más
Share by: